Profundiza en tu oración: Jeremías 31, 31-34; Salmo 50; Hebreos 5, 7-9
PRIMERA LECTURA
Lectura del Profeta Jeremías 31, 31-34.
Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva.
No como la que hice con vuestros padres, cuando los tomé de la mano para
sacarlos de Egipto: Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza;
-oráculo del Señor-.
Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo:
Reconoce al Señor.
Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-,
cuando perdone sus crímenes, y no recuerde sus pecados.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 50, 3-4, 12-13. 14-15. 18-19
R/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R/.
Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú
no lo desprecias. R/.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9.
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.
Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra del Señor.
Lectura del Profeta Jeremías 31, 31-34.
Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva.
No como la que hice con vuestros padres, cuando los tomé de la mano para
sacarlos de Egipto: Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza;
-oráculo del Señor-.
Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo:
Reconoce al Señor.
Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-,
cuando perdone sus crímenes, y no recuerde sus pecados.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 50, 3-4, 12-13. 14-15. 18-19
R/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R/.
Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú
no lo desprecias. R/.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9.
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.
Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra del Señor.