Profundiza en tu oración: Profundiza en tu oración: Hebreos 9, 24-28; 1 Pedro 3, 18-22
Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del
auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por
nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote, que
entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así,
tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De
hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el
pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la
muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados
de todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
Palabra de Dios.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 3, 18-22.
Queridos hermanos:
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los
culpables, para conducirnos a Dios.
Como era hombre, lo mataron; pero como poseía el Espíritu, fue devuelto a la
vida.
Con este Espíritu fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos -ocho personas- se salvaron cruzando las aguas.
Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste
en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús Señor nuestro, que está a la derecha de Dios.
Palabra de Dios.
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del
auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por
nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote, que
entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así,
tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De
hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el
pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la
muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados
de todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
Palabra de Dios.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 3, 18-22.
Queridos hermanos:
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los
culpables, para conducirnos a Dios.
Como era hombre, lo mataron; pero como poseía el Espíritu, fue devuelto a la
vida.
Con este Espíritu fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos -ocho personas- se salvaron cruzando las aguas.
Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste
en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús Señor nuestro, que está a la derecha de Dios.
Palabra de Dios.