Profundiza en tu oración: Daniel 13, 1-9. 15-17, 19-30, 33-62; Salmo 22
PRIMERA LECTURA
Ahora tengo que morir, siendo inocente
Lectura de la profecía de Daniel 13, 41c-62
En aquellos días, la asamblea condenó a muerte a Susana.
Ella dijo gritando:
«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú
sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo
inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí.»
El Señor la escuchó.
Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un
muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz:
«¡No soy responsable de ese homicidio!»
Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:
«¿Qué pasa, qué estás diciendo?»
Él, plantado en medio de ellos, les contestó:
«Pero ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos
condenáis a una hija de Israel?
Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella.»
La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:
«Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado
anciano.»
Daniel les dijo:
«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo.»
Los apartaron, él llamó a uno y le dijo:
«¡Envejecido en anos y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: "No matarás al inocente ni al justo." Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados.»
Él respondió:
«Debajo de una acacia»
Respondió Daniel:
«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina
y te va a partir por medio.»
Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:
«¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu
corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad.
Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?»
Él contestó:
«Debajo de una encina.»
Replicó Daniel:
«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para
dividirte por medio. Y así acabará con vosotros.»
Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel habla dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron.
Aquel día se salvó una vida inocente.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R/. 4ab)
R/. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/.
Me gula por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por
cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me
sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.
Ahora tengo que morir, siendo inocente
Lectura de la profecía de Daniel 13, 41c-62
En aquellos días, la asamblea condenó a muerte a Susana.
Ella dijo gritando:
«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú
sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo
inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí.»
El Señor la escuchó.
Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un
muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz:
«¡No soy responsable de ese homicidio!»
Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:
«¿Qué pasa, qué estás diciendo?»
Él, plantado en medio de ellos, les contestó:
«Pero ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos
condenáis a una hija de Israel?
Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella.»
La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:
«Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado
anciano.»
Daniel les dijo:
«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo.»
Los apartaron, él llamó a uno y le dijo:
«¡Envejecido en anos y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: "No matarás al inocente ni al justo." Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados.»
Él respondió:
«Debajo de una acacia»
Respondió Daniel:
«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina
y te va a partir por medio.»
Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:
«¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu
corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad.
Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?»
Él contestó:
«Debajo de una encina.»
Replicó Daniel:
«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para
dividirte por medio. Y así acabará con vosotros.»
Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel habla dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron.
Aquel día se salvó una vida inocente.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R/. 4ab)
R/. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/.
Me gula por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por
cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me
sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.