Miércoles Semana 01 Cuaresma - 24 de febrero
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Ora despacio con el Evangelio del día: Lucas 11, 29-32
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Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará
más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»
Palabra del Señor.
 Medita: Este pasaje evangélico me ayuda a reflexionar en cómo ha transcurrido mi vida como hijo (a) de Dios y mi camino de conversión. Este es el tiempo de marchar con paso firme viviendo las enseñanzas que nos dejó el mismo Jesús. Es hora de preguntarnos, ¿a quién le creo? ¿Le creo a todo aquel que me trae soluciones vanas y engañosas o le creo a aquel que se hizo hombre para así guiarnos por el camino de la Verdad, dirigiéndonos para alcanzar la salvación? ¡Que mayor muestra de amor que morir por ti y por mí! Con razón Jesús utiliza palabras fuertes identificándonos como “una generación malvada” (Lucas 11,29). Palabras que nos tienen que motivar a reflexionar a quién le creo, en quién espero y en dónde tengo cifrada mi fe.
Este es el tiempo de dar la espalda a todo aquello que no nos permite mantener los ojos fijos en Jesús. Es tiempo de conversión, de decidir dar la vuelta y dirigirnos de una vez y por todas hacia el camino de Vida, de comenzar a creer en sus enseñanzas, en sus promesas, en lo que nos va mostrando cada día en su Palabra. Es tiempo de acoger la Palabra en su totalidad, sin seleccionar sólo aquello que nos gusta o que creemos que nos conviene pues todos encontramos partes del Evangelio que nos resultan áridas y a las que nos cuesta convertirnos.
Abriendo nuestras vidas a Jesús observaremos los frutos de conversión y vida nueva. Seamos capaces de percibir y vivir en su amor, con el que constantemente Él va transformando nuestra vida. Debemos mantener nuestros ojos fijos en Jesús, pues solo así reconoceremos su amor y creyéndole lograremos continuar con paso firme nuestro camino de conversión.
 
Profundiza en tu oración: Jonás 3, 1-10; Salmo 50
 
Actúa: Meditando con este Evangelio, haz un examen de conciencia y mira en que forma te has alejado del Señor. Cuantas veces has confiado y he creído más en aquellas soluciones vanas y engañosas que ofrecen otras personas y no en las promesas que tiene Dios para ti. Proponte buscar la manera de acudir al sacramento de la reconciliación reconociendo cómo le has fallado.