Profundiza en tu oración: 1 Pedro 5, 1-4; Salmo 22
PRIMERA LECTURA
Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5, 1-4
Queridos hermanos:
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los
sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto:
Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.
Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se
marchita.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 22, 1-3. 4. 5. 6 (R/. 1)
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R/.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.
Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5, 1-4
Queridos hermanos:
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los
sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto:
Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.
Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se
marchita.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 22, 1-3. 4. 5. 6 (R/. 1)
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R/.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.